Este pasado fin de semana, gracias a una especie de milagro otorgado por mi padre, pude ir a Isla de Pascua. Sí, fue una oportunidad de una en un millón, una tentación que no pude eludir.
Gracias a ese viaje pude darme cuenta que aún existen lugares en este infestado planeta que tienen dignidad, en donde la gente vale la pena y donde un alma como la mía puede descansar. Sí, un paraíso en un lugar apartado donde los males del mundo -como el dinero y la religión católica- llegaron impíamente. Mas no es de lamentarse, pues los rapa nui lo han sabido llevar para mantener su cultura lo más intacta posible.
Mi verdadero lamento fue cuando volví a Santiago.
¡Maldición! Desde que llegué, mi madre jodió. Al día siguiente, mi padre jodió. Después, mi vida en sí comenzó a joder… eso sin mencionar además lo que significa volver a una cultura tan asquerosa como la del Chile “civilizado”.
Pero mi rabia no queda allí. Incluso muchos extranjeros son para tener vergüenza ajena. La ignorancia, el Ego en todos sus ámbitos, la pestilencia humana… ¿Cómo evitar entonces la ira, si en Santiago de Chile pareciera que todo eso se intensificara y se expresara con libertad?
El sentir el misticismo de la lejana isla, la hermosura de sus paisajes, el cálido corazón de sus residentes… todo eso me hizo sentir en casa, en calma, en paz, olvidado de mi propia desgracia y amargura.
Ha sido una difícil semana, en la cual muchas rabias han entrado a mi mente cruelmente, instalándose para hacerme entender por qué odio este país y ciertas culturas. Si no fuera porque sigo usando bastón para moverme debido al atropello sufrido, no habría sido tanto el golpe… pero que para colmo el ego de la gente evite que tengas descanso en el peor momento de dolores y fatiga, es cruel.
“En los niveles superiores del Infierno se castiga la corrupción traída por la carne, mas en los niveles inferiores se castigan los pecados del alma… y en el fondo se castiga un mal quizás sólo humano: el fraude y la traición.”
Si Vergil tuviera la absoluta razón, ni yo estaría libre del Infierno. Pero si fuera tan así,
¿no debería Yahvé y sus ángeles corregir la corrompida humanidad?
Sé que hay un Paraíso y un Infierno, los he visto en mis dos muertes… pero a veces me cuesta entender cuáles son las reales intenciones del creador de la humanidad.
Lamento tanto que mis sueños sólo sean sueños… quisiera la oportunidad…
Gracias a ese viaje pude darme cuenta que aún existen lugares en este infestado planeta que tienen dignidad, en donde la gente vale la pena y donde un alma como la mía puede descansar. Sí, un paraíso en un lugar apartado donde los males del mundo -como el dinero y la religión católica- llegaron impíamente. Mas no es de lamentarse, pues los rapa nui lo han sabido llevar para mantener su cultura lo más intacta posible.
Mi verdadero lamento fue cuando volví a Santiago.
¡Maldición! Desde que llegué, mi madre jodió. Al día siguiente, mi padre jodió. Después, mi vida en sí comenzó a joder… eso sin mencionar además lo que significa volver a una cultura tan asquerosa como la del Chile “civilizado”.
Pero mi rabia no queda allí. Incluso muchos extranjeros son para tener vergüenza ajena. La ignorancia, el Ego en todos sus ámbitos, la pestilencia humana… ¿Cómo evitar entonces la ira, si en Santiago de Chile pareciera que todo eso se intensificara y se expresara con libertad?
El sentir el misticismo de la lejana isla, la hermosura de sus paisajes, el cálido corazón de sus residentes… todo eso me hizo sentir en casa, en calma, en paz, olvidado de mi propia desgracia y amargura.
Ha sido una difícil semana, en la cual muchas rabias han entrado a mi mente cruelmente, instalándose para hacerme entender por qué odio este país y ciertas culturas. Si no fuera porque sigo usando bastón para moverme debido al atropello sufrido, no habría sido tanto el golpe… pero que para colmo el ego de la gente evite que tengas descanso en el peor momento de dolores y fatiga, es cruel.
“En los niveles superiores del Infierno se castiga la corrupción traída por la carne, mas en los niveles inferiores se castigan los pecados del alma… y en el fondo se castiga un mal quizás sólo humano: el fraude y la traición.”
Si Vergil tuviera la absoluta razón, ni yo estaría libre del Infierno. Pero si fuera tan así,
¿no debería Yahvé y sus ángeles corregir la corrompida humanidad?
Sé que hay un Paraíso y un Infierno, los he visto en mis dos muertes… pero a veces me cuesta entender cuáles son las reales intenciones del creador de la humanidad.
Lamento tanto que mis sueños sólo sean sueños… quisiera la oportunidad…