Acabo de ver Assassin's Creed -Embers-. Debo admitir que tiene un mensaje, algo que transmitir, y que sólo aquellos que han madurado lo suficiente o que piensan en el mañana con una mirada seria y constante pueden comprender... y yo trataré de plasmar lo que pueda aquí.
"Cuando era joven, tenía libertad, pero no la veía; tenía tiempo, pero no lo sabía; tenía amor, pero no lo sentía. Pasaron varias décadas hasta que pudiera darme cuenta del significado de las tres..." Ezio Auditore.
Quizás yo no pasé por una gran cantidad de décadas para madurar y percatarme de ello, sino más bien fue menos de una... pero para lograr la madurez suficiente para hacer tal retrospectiva tuve que sufrir demasiado, tanto que las cicatrices aún duelen.
Comprender que cada una de nuestras acciones deben ser dirigidas por amor, sin importar cuál tipo, es aún más importante. Si bien la venganza y la ira saca el más grande potencial de nuestro cerebro, hay que admitir que lo que perdura siempre será hecho por algún amor: "Amor es lo que mantiene unida a nuestra Orden: amor por la gente, amor por las culturas del mundo”
Pero ¿cómo dar a entender lo efímera de la vida, lo importante de la sabiduría, lo necesario de transmitir el mensaje a un sucesor, dejar un legado que marque algo bueno en el mundo y responder a Gaia con el mismo regalo que te ha dado? Sólo viendo a un viejo moribundo en el ocaso mismo de su vida te permite abrir los ojos al menos un poco para vislumbrar aquella estrella. Sólo esa nostálgica silueta, llena de recuerdos y añoranzas pasadas, podría darte ese triste latido que inician las llamas sabias, aquel fogón lleno de sueños reflejados en la chimenea o en la fogata a la intemperie.
No somos más que meros suspiros en una danza dulcemente agresiva llamada vida, donde la marca de nuestra existencia se rige vagamente por el paso de nuestra raza, olvidando que alguna vez existimos como entidades individuales. Aunque lo hayamos olvidado, siempre debemos estar completamente agradecidos de la vida que Gaia nos ha proporcionado; aunque haya un dios que quiso nuestra formación, fue esta alma del planeta la que nos proporcionó la vida.
Pero, ¿cuál es el sentido de la vida misma? Desde el simple punto de vista de este escritor, es simplemente vivir. Aprender, disfrutar, sufrir, conocer… todo eso es lo que representa a la vida y le da sentido. La única manera de dar un sentido digno a nuestro paso es aprendiendo mucho y tratar de adquirir sabiduría, inculcar y pulir valores, regir principios y valorar el honor, generar un sano orgullo y aprecio… y ser verdadero y digno. Todo eso, para poder darlo como un regalo a quien se lo transmitas, dar la semilla que generará una nueva senda de búsqueda y perfeccionamiento, la continuación de tus aprendizajes y el pulimento de los valores y principios heredados.
¿Es importante y/o necesario? ¡Pues claro! Todo lo que hagas en tu vida, cada proyecto o conocimiento, es tu legado. Quizás esa pequeña marca no sea reconocida por el mundo… pero valdrá mil veces más la pena si es reconocido por quien te ama, por quien te valora, por quien vio algo en ti que nadie más pudo ver. Y como parte de tu legado, debes comprender más allá de la pasión que le puedas poner a ello: es para ti, es para tus hijos, es para tus herederos o seguidores, es para tu vida; hazlo con la calma y meticulosidad que se merece, tal y como el agua que da vida a nuestro mundo.
Pero la pregunta que aún no sé responder es cómo devolver a Gaia el favor. Siendo humano como soy y vivo, me es imposible -a mi conocimiento- hacerlo. Vivimos destruyendo, contaminando, olvidando, mofándonos de la existencia misma y creyéndonos superiores. Quizás la fútil manera de tratar de agradecer a nuestra madre por el regalo de nuestras insignificantes vidas sea viviendo… pero con el respeto que nuestra tierra merece. ¿Plantar un árbol o vivir más naturalmente? Podría ser… pero seamos francos: con diecisiete mil millones de imbéciles en el planeta, ¿qué diferencia podrías hacer? Tan sólo honrando y reconociendo a nuestro planeta podría librarnos de la marca de culpa que llevamos todos sobre los hombros, y seguramente ello podamos hacerlo simplemente dando sentido a nuestro paso, haciendo que la vida no sea en vano.
“Con el tiempo, sin embargo, me di cuenta que aquellos que inspiran el miedo tienen más devotos que los que infundan el amor. Derrotar a Rodrigo y César no tendría sentido sin una igual fuerza de Fraternidad. Pasé muchos años entrenando a hombres y mujeres […]. Lucha para preservar aquello que inspira esperanza, y podrás recuperar a tu gente.”