domingo, 11 de julio de 2010

So?

No entiendo a la gente que me rodea… ¿Acaso no he logrado demostrar que al menos valgo algo?

Siento que todos me subestiman demasiado. Desde mi familia directa hasta mis amigos; mis compañeros de estudio y personas que no me conocen son el factor obvio, por lo que no deben ser considerados… pero, en serio, ¿acaso tan poco valgo realmente?

Nadie confía, nadie comprende que tengo LA cantidad de experiencia, nadie realmente acierta en que mis argumentos tienen un respaldo teórico, experimental, fundamental y práctico que casi son verdades al 75%. ¿Tan poco valgo que soy un do-nadie incluso en mi propia casa?

Con sudor y lágrimas Mary ha comenzado a darse cuenta y a acertar más en mis capacidades cognoscitivas, pero más allá de eso…

Pero, de cualquier modo, eso no significa que Mary sea completamente acertada en su velocidad de razonamiento, pues muchas veces no me dice cosas que -aunque para ella sean mínimas y no relevantes- para mí son fundamentales para poder hacer un plan de acción veloz y adecuado para evitar conflictos y sacar el mayor provecho de tiempo o para arreglar algo.

Pero, aún así, me siento muchas veces desplazado. Nadie conversa lo que debería conversar conmigo. Sin importar que sea directa o indirectamente, me dicen que no tengo la experiencia, la madurez o algo por el estilo… ¡¿Acaso necesitan un puto cartón para creer algo tan subjetivo y vital cómo eso?!

No tengo muchas ganas de plantearlo directamente a cada una de las personas que me rodean por razones muy simples:

- Se les va a olvidar al rato.
- Van a dar cualquier excusa o pedir perdón, pero no va a cambiar nada.
- El caso de mi familia, no importa lo que haga, no cambiaré su manera de pensar… ya lo intenté demasiadas veces.

Así que sólo queda seguir llenando la fuente de rencores y frustraciones que tengo en mí. Obviamente, algunos se van a preocupar, decir algunas palabritas… ¿y eso qué? Nada de lo que digan cambiaría realmente lo que hacen y lo que me dicen indirectamente. Al final, todos siguen dándome la espalda.

Si no fuera porque Mary cree que no tiene a nadie más y porque insiste profundamente en aferrarse a mí, ella no sería la única persona que realmente me mira directamente a la cara. Aunque también está Javier, quien es otro que realmente cuenta conmigo, conversa conmigo y me tiene en consideración, pero eso es porque me ha conocido muy bien y porque sabe escuchar y comprender que tengo la experiencia para todo, aunque sea parcialmente.

De cualquier modo… ¿Qué más da lo que diga aquí? Es lo mismo que le digo a Takuya y que le puedo decir a cualquiera: Podemos hablar de valores, virtudes, orgullo y honor… pero mientras no las defendamos y demostremos, seguirán siendo palabras vacías. El problema en mí yace en si realmente estoy defendiendo y/o demostrando mi posición y lo que yo creo justo y correcto pues, si no lo hago, sería un gran y maldito esfuerzo en vano.

Sería tan en vano como creer en los demás. Pero sigo haciéndolo, pues me han dado la mano y caminan junto a mí.

Pero eso no significa que no tenga esa horrenda sensación de soledad en mi alma. Pero, como siempre, debo enfrentar y mirar directamente a eso en la cara: estoy solo, ¿y qué más da?

Al menos sigo siendo más que cualquiera. Sigo siendo menos que cualquiera. Sigo siendo más humano y divino que cualquiera. La humanidad no existe hoy en día en este mundo. Lo que hay, tiene la opción de redimirse, pero ojala fueran purgados… pero porque respeto el libre albedrío, no quiero ser yo quien los purgue, sino que quiero darles la espalda como ellos lo hacen con todo lo que les rodea.

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