domingo, 6 de julio de 2008

Un sueño que florece...

La sensación de que el tiempo se acaba comienza ya a inquietar mi espíritu, mientras observo con calma y cariño el horizonte, el amanecer, el atardecer, el viento y la noche misma.
Poco a poco una suave paz domina mi corazón, una dulce sensación de que algo que he estado esperando va a ocurrir; a la vez que una inquietante inseguridad domina mis instintos, como si algo no estuviera bien.
Miro a quienes me rodean y los juzgo con cada partícula de mi alma... Y sólo una pregunta queda en mi mente: ¿Quiénes serán los que realmente me acompañarán por la eternidad?

Vuelvo a suspirar, soñando otra vez con mi hogar, con aquel lugar que casi nadie a logrado ver, y me pregunto quienes serán los que vale la pena salvar. Pienso en cada una de las personas que conocí, en cada uno de los que me rodea aún indirectamente... Y luego pienso en las mil y un profesías que se avecinan como ecos de un pasado ya olvidado.

Siento las almas en el aire, siento las almas que tendré que llevar en mis manos, tal y como siento el pesar que dejaré atrás para cambiarlo por un nuevo pesar, una nueva responsabilidad, que existirá mientras tenga que hacer este viaje, mientras exista esa preocupación por los que nunca logré conocer y quizás no merecen el juicio que se impondrá.

Vuelvo a suspirar, sintiendo el lamento del espíritu madre, Gaia, mientras se prepara para enjuiciar a sus propios hijos, a la ingrata humanidad que la ha hecho sufrir por tanto tiempo... Aunque sea el único animal con alma sobre este planeta, su desarrollo ha hecho que el mismo mundo esté en riesgo de muerte.

Entonces veo a mis amigos, aquellos que he elegido para ser mis fieles compañeros de viaje, mis camaradas de armas, mis hermanos... Y me pregunto si realmente estarán dispuestos a esto, a seguirme en un viaje que quizás nunca acabe, en una fantasía que tiene un terrible precio.

Vuelvo a suspirar, sintiendo cada una de las almas que he de tomar, a cada uno de los que quiero salvar, a cada uno de los que se perderán... Y, finalmente, siento mi propia alma, la que me ha costado tanto completar y llevar a la iluminación que los tibetanos tratan de alcanzar...
Es entonces que sigo preguntandome, sintiendo el cálido abrazo del sol de un día como hoy, ¿quiénes son realmente los que estarán siempre conmigo?

1 comentario:

Anónimo dijo...

muchos dicen que nada es para siempre... yo en algun tiempo tambien lo crei, pero al pasar el tiempo me he dado cuenta que nada es seguro, no puedo decir que las cosas son o no son eternas, solo dios lo sabe...

tal vez pienses en el futuro de quienes te acompañaran, eso es bueno, pero trata de no pensar solo en el futuro, los amigos no siempre son para el mañana, pero si son para el presente siempre...

ayer la pase muy bien, hace tiempo que no salia y me sentia tan comodo, otras veces que salgo me siento aislado, pero ayer fue un buen dia...

solo puedo decirte que puedes contar conmigo, como te dige, soy bueno escuchando..