En este último mes no he hecho más que soñar, sin
importar que fuera despierto o mientras duermo, con diversas cosas, pero
principalmente con sutiles miradas, sonrisas suaves y fantasías.
También, por alguna extraña razón, recuerdo ciertos
momentos específicos de mi vida, momentos en los que no hacía más que embobarme
en mi imaginación por momentos imposibles que simplemente anhelaba, sin importar
por las razones que fueran o las razones por las que los deseaba. Sin embargo,
esas fantasías contenían siempre esas sonrisas y esas miradas, anhelantes y
dichosas, llenas de caprichos y placenteras travesuras.
Quizás es por eso que me he enfocado tanto en distraer mi
mente, como si no bastara con que esté catalogado de maniaco depresivo. Quizás
no es más que un esfuerzo increíble por distraer apetitos y deseos fantasiosos,
más allá de distraer mi pesimismo y autodestrucción.
Sin embargo, debo admitir que extraño muchas de esas
sonrisas, tan precarias y fortuitas, de seres que no volverán a compartirlas, o
que no las obtendré de la misma manera. Lo único malo de tener una única fuente
de todo lo que único quiera es que, desafortunadamente, se pierde todo lo que
es la adrenalina y la sensación de aventura, que parecen salidas de un sueño… y
lo peor es que las imposibilidades estadísticas son demasiado reales.
Ésta es quizás la única vez que puedo soltar estas ideas.
Quizás es la única vez que pueda dejar aflojar un poco el cerrojo de mis pensamientos.
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