Ya no quiero seguir viajando por la ciudad, no quiero ir más a la universidad... pero quiero seguir viendo el amanecer desde un cómodo asiento de un bus semi-vacío, sintiendo el fresco de la mañana.
Que paradoja.
No hay nada mejor que salir a oscuras en una hora que supone ser ya de mañana y sentir la frescura del rocío en la cara mientras uno camina a la parada de micro-buses.
La soledad de las calles y la respiración de la brisa, la sensación de vida de los árboles y la libertad que otorga el llamado del alba.
Imaginar el mundo así de desierto, con tan pocos vehículos, dando la oportunidad de ver la belleza de la arquitectura, sentir la agradable mezcla entre la naturaleza y lo artificial, escuchar el canto de las aves y sentir como vuelan alrededor de uno.
No hay nada mejor que sentir ello.
¿Eso significaría que el mundo tal cual sería más bello con mucho menos humanidad?
No lo sé. Siempre he votado por aniquilarla prácticamente por completo.
Pero esas dulces mañanas me hacen creer que camino con hermosas hadas y que puedo sentir las aves dándome la bendición del día.
Me hacen sentir como si todo eso valiera la pena, como si ya nada importase... pero nunca falta la multitud de gente que comienza a aparecer y que me enferman con su pestilencia.
Es entonces cuando recuerdo que existe más población y cuánto la odio. Es entonces cuando caigo en la realidad y me doy cuenta de que cada hermoso espíritu natural se ha escondido por ello.
Es por ello que anhelo cada una de esas dulces mañanas, deseando que el tiempo se extendiese y pueda vivir esa libertad por mucho más tiempo.
Quiero seguir viviendo esas dulces mañanas... es una de las pocas ocasiones en las que sueño con los ojos abiertos sin siquiera darme cuenta.
1 comentario:
si, es rico y solo en la micro, o al menos estar tranquilo y no sentir que estas rodeado de taaaaaaaanta gente molesta
espero que estes bien... si tienes problemas, habla conmigo, no es que te pueda ayudar siempre, pero al menos puedes desahogarte conmigo...
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