Debido a un amigo de mi hermano menor, saqué mi guitarra.
Hacía demasiado tiempo que no la tomaba entre mis manos.
Él me comentó que tocaba hace poco tiempo, luego de preguntarme hace cuanto que yo tocaba el instrumento.
Pero, por muy poco que fuera el tiempo que él haya dicho que ha estado practicando, tocaba bastante bien... y esa emoción volvió a mí.
Más allá de la necesidad de volver a tocar mi fiel acompañante, sentí el pesar de no darle lo que más necesitaba.
Un instrumento musical requiere de hacer vibrar su espíritu siendo útil y tocar hasta que sus partes no puedan más y los años terminen por desgastarlo. Pero yo no le he dado tal uso... hace mucho tiempo que no toco, y cuando lo hice tampoco tocaba como era requerido para satisfacer tal espíritu.
Intenté hacerlo... Toqué lo que recordaba, pero no es nada comparado al Espíritu del Rock.
Mi música es imperfecta y no tiene la emoción necesaria. Mis dedos son torpes y lentos comparados al poder necesario para desgastar definitivamente las cuerdas.
Y entonces, ahí quedé... mirando a mi querida guitarra, mientras esta parecía ansiar ser capaz de demostrar su máximo potencial. Tantos años encerrada en su funda han hecho que se vea sucia y algo oxidad.
Sólo necesita una buena limpieza... y hacer estallar las ventanas...
1 comentario:
Nada que un poco de amor, ocio y trabajo no pueda cambiar.
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