Durante estos días he recordado mis ansias de ser libre, de dejar de una vez por todas la prisión que significa este mundo humano… y con mayor razón he llegado a pensar tanto en que no hay libertad como en que quizás el precio es demasiado alto.
Pero no es fácil hablar de libertad si hay distintos puntos de vista respecto a ella, además de existir diversos niveles de libertad, los cuales requieren diversos precios.
Está más que claro que la sensación de libertad es completamente diferente a la de alegría, por mucho que se asemejen y, obviamente, estén relacionadas.
La libertad es una emoción que no se genera en la mente ni en las profundidades del corazón, sino que se siente en todo el ser pues nace directamente del alma. La entidad se maravilla de las sensaciones que florecen en sus poros gracias a esta enorme emoción.
En algunos casos, la libertad se limita a sentirse sin pesares, a dejar de estar presionado por deberes o por personas molestas. En otros casos es lograr salir de un lugar o al fin llegar donde soñaba. En otros casos más actuales es lograr trabajar en lo que a uno le gusta y como a uno le gusta.
Otros casos más emotivos, es estar con las personas que uno quiere, o lograr reunir a la familia en momentos difíciles.
Para mí, es lograr olvidar todo lo que me hace mal y buscar una vida mejor. Es dejar atrás la vida que nunca quise y darle una vuelta que se dirija más hacia mis sueños.
Pero, ¿qué precio requiere darle la libertad a tus sueños para que estos sean posibles?
¿Será el precio de llegar hasta el final de tu propio Destino? Pues, para algo así, no creo que se pueda cambiar el Destino.
En algunos casos, el precio de libertad no supera el requerimiento de esfuerzo, desde algo de valentía hasta sudar sangre. En otros casos, requiere volverse una persona completa, siempre dispuesta y que avance por sus ideales.
En otros casos…
Es algo trillado, a decir verdad, pero en muchos casos pareciera ser la muerte la única solución, el único precio aceptable, para lograr el cambio o la meta.
Como los caballeros de historias épicas que sacrificaban sus vidas por el Bien Mayor, por sus ideales, por su entendimiento del Destino. O como en los juegos y en películas en que se muere buscando un sueño o un mero ideal, o bien protegiendo los sueños e ideales de otros.
Pero, si lo de uno es más egoísta y, a la vez, de gran magnitud… ¿Cuál es el precio indicado?
¿Cuál es el precio que debo pagar por soñar?
Yo he tenido una vida sufrida, sin saber la razón por la que pago con dolor… pero ahora se ha vuelto más difícil, haciéndome pagar con sangre y yo sin comprender qué mal he hecho.
Algunos le dirían “mala suerte”. Yo no creo que sea tan simple.
Otros dicen que Dios tiene un plan mayor y me está poniendo a prueba. Yo no creo que Yahvé piense en mi persona si ni siquiera es capaz de darme una mísera suerte o paz mientras que a otros les da fortuna.
Quizás el más excéntrico diría que es Destino. Para mí el Destino aún no llega, pues podría haber llegado de golpe por segunda vez y no me ha terminado.
Algo estoy pagando con dolor, eso es seguro… pero, ¿será libertad?
¿O es el preparativo para algo más peligroso?
Quizás en unos cuantos años más… no pueda siquiera recordar como debería sentirse la libertad como la he llegado a soñar.
Pero, ahora que lo pienso…
Si el precio de libertad es demasiado alto para mí… todo este sufrimiento sería…
¿Todo este sufrimiento sería por el precio de vivir?
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