Por alguna razón he vuelto a pensar en detalles de lo que
será mi vida si mis visiones, sin importar a cuál orientación, fueran ciertas.
Aunque todo fuera imbuido con la ilusión de libertad y una vida plena, ya sea
por dicha o por plenitud, el precio a pagar es altísimo, y los pesares que
vendrían a través de él dan mucho más de qué pensar.
¿Acaso es realmente la única medida que tengo de soñar con
que me volveré el hombre que siempre he anhelado ser? ¿Acaso negar los sueños y
esperanzas a otros, por muy terrenales o materiales que fuesen, es algo digno
de lo que quiero lograr? Todo tiene su precio, pero ¿es posible realmente
llevar la carga del remordimiento por lo que debemos sacrificar?
Me he esforzado estos últimos años por recuperar lo más
posible toda relación que tuviera o pudiera tener con mi familia. He intentado
vivir algo más de mi vaga terrenalidad, ese suspiro que llamamos vida, incluso
cayendo un poco en la sorpresa de cada día y en un pequeño gusto por las cosas
que puedo lograr con mi esfuerzo. Sin embargo…
Sin embargo, si realmente pudiera dejar de ser el joven que
está escribiendo en estos momentos frente a la pantalla del ordenador y pasara
a convertirme en el Siegfried que siempre he vaticinado, ¿cuánto tendría que
abandonar y sacrificar?
¿Tendría que abandonar al amor de mi vida debido a mi
incapacidad de negarle sus sueños y metas? ¿Tendría que ser capaz de alejarme
nuevamente de mi familia, sin saber si podré volver a verla? ¿Tendré que tener
la fuerza para dar la espalda a mis amigos, pues ellos también tienen una vida
que vivir? ¿Tendría que desligarme de todo lo que aprendí a amar?
Es cierto que siempre me he quejado, que siempre he criticado
y visto al mundo con ojo severo y tajante… pero no dejan de ser mi vida, mis
amigos, mi familia, mi amada…
Las incertidumbres, por si fuera poco, son enormes. Por un
lado, tengo la seguridad de una muerte voluntaria, destinada a lo que las
profecías más secretas dictan. Por otro, tengo un peregrinaje eterno,
conociendo nuevas entidades y sueños, entrenando a visiones imaginativas como Hikato,
o entregando palabras vagas a quien en su momento podría necesitar. Sin embargo,
en cada posibilidad no veo más que soledad… ¿Quién querría acompañar a un alma
sin rumbo ni futuro?
A veces siento tanta dicha por sueños tan alentadores, que
me alejan de todo la ponzoña que significa la humanidad… pero, a su vez, siento
tanto dolor por lo que me gustaría disfrutar y nunca tendré… y me lleno de
tanto remordimiento por los que sufren y sufrirán por mis decisiones y anhelos.
No obstante, no tengo mucho más de dónde sacar esperanzas. El
mundo perece a una velocidad preocupante y segura, el ser humano es
infinitamente más corrupto de lo que cualquier sueño o loca imaginación pudiera
dar a creer, la vida por si misma es cruel y salvaje, y nada de lo que anhele o
sueñe llegará a mis manos a excepción de alguna increíble y única fortuna cada
15 años aproximadamente.
¿En algún momento podré conocer esa pequeña cantidad de paz
que todos buscamos? ¿Cuánta disciplina extra tendré que aplicar para seguir
manteniéndome cuerdo y estable?