Me siento mal… así de simple.
A medida que se va acabando mi semestre estudiantil -¡al fin!- voy cayendo lentamente en un mal presentimiento, y eso es decir lo básico de cómo me siento.
Poco a poco siento que otra vez caigo en mis tinieblas… pero ésta vez no es en el dolor, ni en la nostalgia, sino que es simplemente en una mala sensación, en el ocaso.
Mis músculos comienzan a dolerme más que antes, mis ánimos varían demasiado rápido… y otras cosas que en éste segundo no puedo recordar.
Es más, me siento alegre y ansioso de terminar de una vez por todas el semestre, de pasar todo como quiero, pero no quiero hacer más… me siento totalmente agotado y con una incapacidad de concentrarme en lo que debería.
No tengo ganas… solo quiero tirarme a la cama o ir a pasear, no quiero más estar haciendo cosas.
Ya es demasiado pensar que mis mágicos sueños jamás se van a cumplir -y puede ser obvio…- y que tengo que soportar cosas que nunca he querido, pero ¿no sentir nada más que un apagón?
Mi mente ya ha dejado de cuestionarse cosas existenciales, ha dejado de buscar la esperanza donde no existe… solo me queda una leve sensación de vacío que trato de llenar comiendo cosas ricas, amando a mi novia, divirtiéndome con mis amigos, soñando, distrayéndome en cosas varias… pero nada.
Ni siquiera siento la nostalgia de antes, ni el dolor de antes, sino que solo pesar…
Ya la cabeza me duele con frecuencia -aunque puede que sea por estrés-, los músculos de los hombros se adormecen cada mañana, mis piernas cada vez sufren más, mis articulaciones duelen, mi dedicación se va…
Me siento nulo.
Aunque la verdad es que cada vez me siento más y más tranquilo luego de ver la cordillera tan blanca, pero también pareciera atraer al ocaso.
Muchos mueren con facilidad al sentir paz… ¿acaso…?
Sería una respuesta simple, ¿no? Después de todo, mi sensación de tranquilas tinieblas y mi mal augurio pareciera indicar un pasivo desfallecimiento, como ocurre con los ancianos.
Si fuese así… no sabría que pensar.
Por un lado estaría feliz, pues todo se acabaría de una vez por todas. Por otro, me sentiría frustrado, pues tengo muchos amigos con los que quiero estar, una compañera con la que quiero compartir, cosas que me gustaría hacer por propia voluntad y lograr, ¡y amor que entregar, por todos los cielos!
Jajaja, eso último no es propio de mí, pero cada vez quiero entregar algo más de afecto, demostrar (tanto a los demás como a mí mismo) que no soy el destructivo maldito que suelo llegar a ser… Pero también hay tantos a los que quisiera matar…
No lo sé. Cada vez que trato de buscar una respuesta, mayor es el torbellino que hay dentro de mi mente…
Los días pasan… mi frustrada existencia sigue… etc, etc, etc…
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