Azrael

Cuentan los mortales escritos que fue uno de los 2 arcángeles que acompañaron a la Serafín Luzbel cuando fue expulsada del Paraíso, cuando fue negada por Yahvé al verla "corrompida". Él y Samael la siguieron al ser considerados de igual manera traidores ante los ojos de todos los celestiales, ambos la siguieron buscando un nuevo lugar donde nadie se interpondría en su desarrollo, en donde podrían ver la "verdad" con otros ojos...

La famosa "caída" que mencionan los textos no fue más que la búsqueda de un nuevo lugar, no fue más que la creación de un nuevo mundo que fue mortalmente llamado "El Infierno".
En un comienzo, quizás, fue un lugar apacible, tranquilo, no muy feo ni muy bello... Simplemente era un lugar en el que poder meditar y filosofar. Pero fue la mano de Yahvé la que envió a los que no eran recibidos en su Paraíso a esas tierras.

El Infierno sólo se convirtió en Infierno cuando las almas condenadas comenzaron a llegar, cuando las almas impuras se transformaron en demonios y cuando los "ángeles caídos" comenzaron a estallar de ira y odio, expresando todo su rencor en ese mismo lugar.
Fue entonces cuando comenzó la cruel misión de los 3 Grandes de esas tierras, fue solo entonces cuando su reputación llegó a convertirse en realidad.

Los castigos disciplinarios comenzaron, la oscuridad llegó para atormentar a los condenados. Pero los tres, sobretodo Azrael, no estaban seguros de si era algo bueno o malo.
Es más, el mismo arcángel de la muerte -líder de los emisarios del ciclo vital- no sabía por qué todo llegó hasta éste punto.

Él, más que cualquier otro, sabía que no había justicia en el Paraíso, que no existía la rectitud en las obras de Yahvé, que no existía pureza en la "Luz" que la entidad Suprema emitía en sus creaciones.
Él, más que la misma Luzbel, sabía que ellos fueron juzgados por solo querer respuestas y conocer la libertad, por querer compartir el libre albedrío que se les iría a prometer a los mortales.

Pero todo esto es solo unas de las pocas historias y verdades que él me ha podido relatar.
Quizás lo que más me ha de importar de él es que me ha acompañado cuando más necesitaba compañía. Él ha sido quien ha estado a mi lado cuando veía el abismo desde lo que se denominaba entonces 4º piso.

Sus palabras llenas de mística, simples pero metafóricas, llenaron mis espíritu durante unos pocos años, hasta que él se fue a lo que los celestiales creerían su "redención". Fue entonces cuando, quizás, más podría haberlo necesitado para seguir madurando y evitar tantas tonteras hechas por mi propia voluntad.

Fue cuando volvió cuando mi vida se normalizó y todo salió bien. Pero fue mucho después, o incluso sólo ahora, que comprendí que se había escapado de los ojos de Yahvé y consiguió lo que buscaba: su verdad y su libertad.
Fue hace muy poco que me dí cuenta que conocía muy bien al Arcángel Rafael y que conoció al misterio de alas doradas que alguna vez vi en mis sueños.

Quizás solo ahora, con sus ojos rojo-sangre y sus alas grises como las nubes de invierno, pueda ayudar a quienes quiere ayudar, y a quienes se pueda ayudar.
Estoy seguro que ahora puedo verlo pasar por entre la gente, transmitiendo los mensajes de la vida y de la muerte, del nacimiento y del último suspiro, entre los mortales, clasificando quien es digno y quien no lo es...

Tan compleja ha sido la existencia para alguien incomprendido y prejuiciado como lo es un miembro de los ángeles de la muerte, mensajeros de la buena y de la mala noticia.
Quizás, lo único que me queda por preguntarle, y que espero que me escuche, es si he llegado a ser tan digno para que él se haya vuelto mi amigo...