domingo, 14 de diciembre de 2008

Rafael

Azrael me mira con el llegar del ocaso y se acerca haciendo aparecer una taza de té en sus manos; el aroma suave y del dulce líquido envuelve la habitación, mientras se sienta sobre mi cama, mirando la pantalla.

Sé que prefiero escribir lo que me dice, pues temo mucho llegar a olvidar sus palabras, palabras que me enseñan y enseñarán mucho.

Ésta vez me comenta del famoso arcángel que alguna vez me prometió en sueños venir a buscarme y llevarme al viaje que desarrollaría la realización de mis sueños, a lo que le respondo con su nombre: Rafael.

Asiente con la cabeza, dejando el té sobre el mueble que está a mi lado y se queda mirando en la profundidad de mi mirada, buscando la sinceridad de mi alma. Recoge la taza una vez más y se prepara para tomar otro sorbo, corroborando lo que sé mientras comienza a hablar.

El mundo de los celestiales está dividido en cuatro grandes Castas, representada cada una por un animal de gran fuerza y voluntad, inteligencia y sabiduría, representando así la herencia de cada alma angelical...
Rafael es miembro de la Casta de los Dragones Angelicales.

Aún siendo el más apto para dominar la casta, el trono del castillo principal era ocupado por su hermano menor, padre del nunca mencionado arcángel Ariel...

"Eso es debido a que en el libro de San Pedro está escrito el nombre de ángel Ariel, quien es un mensajero menor de otra casta" - me explica La Muerte, mientras toma otro poco de té. - "Además, también es debido a que el Rey de los Dragones nunca bendijo oficialmente a su hijo, sino que lo mantuvo como alguna especie de arma secreta debido a su descomunal grado de poder... Se decía que el niño era el verdadero y último Dragón Celestial."

Pero el Señor de la Casta pronto demostró señales de locura y corrupción. Fue despachado rápidamente, pero se teme que no haya muerto realmente. Aún pese a ello, hace unos pocos años, Rafael tomó dominio de la casta y le dio el brillo que debía tener desde un comienzo... Pero eso no es lo realmente importante de él.

Rafael siempre conoció los secretos que el mismo Yahvé trataba de mantener ocultos, leía a escondidas todos los libros prohibidos y estudiaba todas las energías de las galaxias cercanas para corroborar lo aprendido.
Aún cuando fue participe del hecho, corroboró con ciencia cierta que el planeta de la humanidad no fue creado por Yahvé, sino por "el Carmesí"... Y corroboró la importancia de la espada que durante milenios custodió.

La espada del Draco, que guardó en secreto dentro de su gran castillo, contenía poderes capaces de crear y destruir casi al tiempo. No por nada sólo podía ser blandida por -como dice la leyenda- un Elegido y el mismo Draco Carmesí.
Siempre supo guardar el silencio, siempre supo mantenerse al margen de todo para seguir siendo el guerrero loable que todos conocen.

Aquí mi amigo se detuvo un momento y pensó un poco en lo que estaba a punto de decir... para luego tomar otro poco de té y suspirar.
El comentario me pareció un poco agradable, pero a la vez inesperado por el nivel de riesgo que significa: "Él me ayudó a salir del ahí... Él me liberó".

Es sabido que Rafael tiene casi la misma edad que Azrael, pero nunca supuse alguna clase de amistad... Bueno, es esperable que su amable personalidad y su sabiduría lo hayan guiado hacia ese camino, pero aún así es algo no siempre dicho en textos.

"Y cualquiera diría que es un niño bueno de Dios" - se mofa mi acompañante. - "Sus cabellos rojizos no muy largos, sus ojos de un rojo llameante, su buena forma de vestir y su siempre limpio monóculo... Parecía un joven estudiante de épocas viejas de la humanidad, jeje."

No siempre se espera que el más santo lo sea. Del mismo modo, el "oh Gran Arcángel Miguel" puede llegar a ser una escoria más del Universo vestido con ropajes de santidad...
O, de hecho, podría decirse que la "Oh Maligna y Perversa Luzbel" es en realidad alguien que ha sido engañada porque buscaba algo noble, algo loable... alguien bueno que ha sido traicionado.

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