viernes, 12 de diciembre de 2008

Samael

Las historias llegan hasta mis etéreos oídos, hasta las profundidades de mi alma, dándome la voluntad de seguir estudiando los orígenes del bien y del mal sobre el terrenal mundo, la tierra mortal que todos pisan sin siquiera poner atención a su propia condena...

Azrael me sigue comentando la verdad tras los mitos, me sigue hablando de las historias que a las almas atormentaron y que aquellos, quienes han podido encontrar los ojos para verlo todo, han desfigurado como una leyenda mal contada.

Samael fue el otro arcángel que acompañó a la Serafín Luzbel en su "caída", y fue el primero en intentar controlar las llamas del odio hacia Yahvé.
La paz de las tierras a las que llegaron lo tranquilizó, convirtiéndolo en uno de los más aptos para filosofar con la compañía que ahora tenía... O eso era hasta que llegaron los condenados por la voluntad de "su Dios".

Lo que mortalmente se llamó Infierno, comenzó a arder por la voluntad de la infinita rabia que Samael poseía en su corazón, ira desmesurada hacia los celestiales quienes lo consideraron extraño al querer ser una entidad más, libre de creer, querer y pensar, en vez de un esclavo de las reglas de Yahvé, su creador.
Fue esa ira lo que lo convirtió en el Señor del Terror, del Dolor y de la Tortura. Fue su drástico cambio de carácter la que lo hizo famoso entre las almas y entre los oídos místicos de los mortales como lo que se le llama ahora: el Señor de los Demonios.

Su nombre original y su propósito real fueron olvidados con los milenios, mientras más y más grandes eran sus atrocidades y sus anhelos de sangre, dolor y venganza.
Él inicio las Guerras que ocurren cada milenio, las guerras en las que los impuros tratan de vengarse de los celestiales, en las que miles de ángeles y demonios llenan los suelos de alguna dimensión... Y es él quién debe ser sellado en cada una de esas guerras para mantener la paz.

Su nombre pseudo-angelical, Samael, fue creado con cada mito, con cada leyenda, con cada historia, con cada verso que se ha hecho en su nombre. Ese nombre, entre otros tantos, surgieron con tal de tratar de explicar su cruel existencia, envenenada por la corrupción que significa y significará siempre el anhelo de venganza.

Samael, Yaldabaot, Saklas, Satanás, Diablo... Todos materializando en palabras lo que él se convirtió: el más puro ODIO de Yahvé, la más grande señal de su impureza como entidad Suprema.
El ser más ruin, el que se confunde muchas veces con miles de nombres, de ángeles, arcángeles y serafines por igual, no es más que una entidad perdida en el tablero de ajedrez del destino supremo...

Su mismo camarada, el líder de los ángeles de la Muerte, lamenta su perdida de cordura, de su mente y la muerte de su alma... Sólo queda su espíritu putrefacto comandando su cuerpo, drogado por el odio y la sed de sangrienta venganza.
Pero, aún cuando se ha desfigurado de su verdadera esencia, siempre ha callado ante los mandatos de su superior, de Luzbel... Pero, cuando el destino corrija los errores que un alma superior despreocupada ha realizado, podría ser que viva en paz comandando lo que él mismo a creado: el Infierno.

Y cuando el Infierno se vuelva realmente suyo y deje de recibir más almas, puede que recupere algo de su cordura...
Pero su alma seguirá clamando por la sangre de los que encuentra justo torturar...

Azrael calla un segundo y cierra los ojos para poder suspirar en silencio. Creo que no lo molestaré por ahora hasta que las historias hagan los libros inservibles una vez más...

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